¡Es el día de la paz en Mozambique! Aquí se celebra mucho, tras la guerra civil que dejó al país sumido en la pobreza.
Contagiado del ambiente he bailado con ellos, llevan el ritmo en la sangre. Es impresionante verlos. Hasta los más chiquititos se mueven una gracia que sorprende. ¡Cuánto tenemos que aprender de su alegría y de su manera de enfrentar la vida!
Esta tarde he pasado un rato más tranquilo con los chicos. Me han preguntado mil cosas… me ha gustado muchísimo la experiencia. Mirar al frente en el aula y ver esas miradas atentas, sonrientes.
Conocer los sueños e inquietudes de estos jóvenes, que no difieren de los que podría tener cualquier joven en España, ha sido aleccionador.
Mañana nos vamos de Amatongas. Han sido solo tres días, pero tengo la sensación de que llevo en Mozambique toda una vida.
No me va a ser fácil olvidarme de estos jóvenes a los que he tenido la suerte de conocer en Amatongas.